La luz de la luna que entraba por la venta iluminaba la silueta del cuerpo inherte en forma de halo, la mirada perdida y el semblante grisaseo, el silencio pesaba en el cuarto oscuro haciendo la escena más deprimente que he visto.
Dentro, en su mente, Adelaida imaginaba los momentos románticos y felices al lado de su ex mascota, sí, aquél que le cantaba al oído y después decía que siempre no.
-Adelaida, Adelaida-, le llamaba en tono suave para no retirarla bruscamente de su letargo.
No tuve respuesta.
Me acerqué con los movimientos más finos, fijé mi mirada en sus ojos, aquellos bellos ojos negros que iluminaba el rayo de luna que entraba por la ventana.
-Adelaida-, mencioné nuevamente.
Fue inutil.
Sumergida en el recuerdo las lágrimas rodaban por su sien.
Preocupada, toqué su frente y tomé su mano con mucha suavidad, mencionando su nombre nuevamente.
Un pequeño movimiento en sus ojos me indicó que regresaba de tan profundo recuerdo.
Soltó en llanto haciendome erizar la piel.
Nos fundimos en un abrazo y la dejé que se desahogara hasta que se cansara de llorar.
Una vez que pudo hilar una palabra, le pregunté el por qué de sus llanto.
Adelaida sólo puedo decir: “Si me ves que a solas voy llorando es que estoy de pronto recordando a un amor que no consigo olvidar.”
Al verla en tan singular estado de depresión contuve las ganas de darle un sape y mejor la abracé y la dejé desahogarse.
Bien dice la canción: “Déjame si estoy llorando, es que sigo procurando en cada lagrima darme paz, desechándola se llena el alma, si ha sufrido perdiendo la calma y yo quiero olvidar que su amor ya se fue”.
Sólo una observación mis Perfectas Cabronas, ninguna mascota por más linda que haya sido merece una sola de nuestras lágrimas, ¡Ni una sola!
Casa Nueva, Muebles Viejos
Hace 10 años
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