mayo 20, 2008

Con las nachas al aire


Dicen que reírse es bueno para la salud, y si eso es cierto, el fin de semana fue muy terapéutico para un grupo de amigas Perfectas Cabronas.

Resulta que celebrando el cumpleaños de la solidaria Magy, llegó el momento en que la fiesta se convirtió en una efectiva risoterapia.

De la comilona al baile y de ahí a la charla de amigas que siempre se da en nuestros encuentros. Después de horas de convivir con amigos y viejos compañeros de trabajo, nos quedamos las Perfectas Cabronas de siempre, Cony, Adelaida, Magy, Zazil, Lauris y yo.

Entre las anécdotas laborales y los pormenores de nuestras rutinas diarias, Adelaida puso el toque de humor a la charla con su relato nostálgico de la adolescencia.

Resulta que un día, celebrando el cumpleaños con su mascota en turno, después de comer juntos fueron a la casa de él para celebrar con su familia y partir el tradicional pastel.

Una vez que llegaron a su casa, se dieron cuenta de que estaba sola, no habían llegado aún sus padres ni sus hermanos, estaban solos.

Durante la espera comenzaron los arrumacos, las caricias, los besos candentes y eso fue subiendo de pasión hasta que terminaron en la recámara de la mamá de la mascota.

Adelaida disfrutaba de una de las mejores relaciones que ha vivido, Óscar ha sido su mejor hombre en cuanto a sexo se refiere, nos contaba con mucha nostalgia.

De la risa pasamos a las carcajadas cuando nuestra querida Adelaida nos daba detalles de tan peculiar encuentro romántico. Entre el nerviosismo porque fueran descubiertos si llegaba alguien de la familia, entre que no querían dejar rastros de lo que estaba pasando y entre que Adelaida se estaba haciendo del rogar, al final terminó accediendo y disfrutando al máximo ese encuentro amoroso.

Ya bien entrados en la pasión, en la recámara de la mamá de Óscar, sucumbieron antes sus respectivos encantos.

Tanto cuidarse para que cuando estaban en el punto más apasionado de la relación, se escucha en la recámara el grito de una mujer energúmena: “Oscar, cuántas veces te advertí que mi casa la tenías que respetar”.

En ese momento Adelaida fue invadida de la cara por un bulto de sábanas y cobijas para proteger su identidad ante la madre indignada por tal falta de respeto a su casa, pero sobre todo, a su cama.

Los manotazos en las nalgas de Óscar se escuchaban cual cachetadas, él no se quitaba de encima de Adelaida y la seguía tapando con las sábanas al tiempo que pedía a la mamá que se saliera de la recámara para que se pudieran ir.

El papá convenció y calmó a la madre enfurecida y la llevó al estudio para que Óscar y Adelaida pudieran salir de la casa.

Y así, lo que sería una reunión para festejar el cumpleaños de la mascota de Adelaida, terminó en un tremendo quemón que los tomó con las nachas al aire.

mayo 11, 2008

Crónica de un despido anunciado... Si no lo sabes manejar, ¡no lo uses!






¿Alguien imaginó alguna vez que por un mensaje de celular le informarían que estaba despedido y que acudiera a Recursos Humanos por su paga?

Pues créanlo, es real.

Le pasó a mi querida amiga Cony, hermana de Adelaida, la misma a la que le gusta que le canten al oído, y esto quedará grabado en la memoria de mi despistada amiga.

Después de tan amargo trago, nos reunimos las cinco magníficas en casa de Cony para conocer los pormenores de tal acontecimiento; la solidaria Magy, la emprendedora Lauris, la tierna Zazil, y yo.

Como contexto les platico que en la empresa que trabajábamos Cony, Lauris, Zazil y yo, suplieron al director, que dicho sea de paso es nuestro amigo y una persona muy profesional, pero creo que la principal característica de él es que es una persona con mucha visión y sobre todo muy humana.

Ante tal acontecimiento un sin fin de cambios se fueron dando con el paso del tiempo, gente llegó, gente se fue, pero el ambiente que imperaba era de incertidumbre y terror.

Sí, terror de ser despedido en cualquier momento, incluso por el estado de ánimo de los nuevos directivos.

Bueno, pues resulta que un buen día, no sé si decir mal día, mi querida Cony intenta enviarle un mensaje de saludo (con un dejo de hartazgo) a nuestro querido amigo el ex director, sin saber que el número de celular que tenía registrado en su lista de contactos era el que ahora tenía el nuevo director de la empresa.

Sin tener conocimiento del acto que a la postre sería de dominio popular entre el medio, mi querida Cony se disponía a prepararse para acudir a laborar como era costumbre.

En el momento en que se metía a bañar, suena su celular, ella estaba feliz de la vida porque leería una respuesta del amigo, pero de pronto se convierte en una mujer iracunda consigo misma por el lapsus brutos, o tendría que decir lapsus honestus, que había cometido.

Enredada en su toalla, caminaba desesperada a lo largo de su departamento, sin saber qué hacer, asimilando lo que había leído en dicho mensaje, que así decía:

“Cony, no soy Miguel, pero dado que no estás de acuerdo con el proyecto, pasa a Recursos Humanos por tu liquidación. SC.”

Al no hallar opciones, llamó a nuestra querida Adelaida, ella se encargó de calmarla y juntas trataron de encontrar posibles soluciones a tan desafortunado incidente.

Después de un largo rato de planear un posible arreglo, Cony decidió que lo mejor era afrontar las cosas como eran, aceptar su error y asumir las consecuencias.

No habían pasado ni cinco horas del suceso y ya todo el medio lo sabía.

El celular de Cony no dejó de sonar, mensajes llegaban, llamadas entraban, todas para brindar su apoyo a nuestra amiga despistada.

Dicen que siempre las cosas pasan por algo, y en esta ocasión no fue la excepción, por fin, después de varios meses, pudimos tener contacto con nuestro querido amigo Miguel.

Y después de la tormenta, viene la calma. Después de todo el relato y el humor característico del mexicano, hacer chistes de la desgracia, se nos hizo de madrugada, pero muy relajadas.

Ahora, junto con Cony, formamos parte de las estadísticas de desempleo en nuestro país, que dicho sea de paso, nada que ver con lo prometido por nuestro flamante presidente y su gobierno del empleo, pero será para su familia, porque yo, nomás no veo claro… Y moraleja: si tienes celular y no lo sabes manejar, ¡No lo uses!