Qué noche tan más placentera hemos pasado tres Perfectas Cabronas en el Bar Arlequín, un lugarcito francés ubicado en la calle de Río Pánuco.
Compartimos el pan y el vino La Griega Gringa, La Brujita Rojita y Adelaida (¿la recuerdan?, a la que le gusta que le canten al oido), degustamos una deliciosa tarta de jitomate con queso de cabra al horno, una cazuela de zetas y salmón marinado, claro, no podía faltar un rico vino blanco frutado, delicioso.
La charla era amena, pasamos de los logros profesionales de La Griega Gringa en Estados Unidos y sus ajetreados viajes a México, seguimos con los relatos de La Brujita Rojita y su vida en pareja, para terminar con el relato del viaje de Adelaida a Oaxaca en compañía de su mascota.
Llegado el turno de Adelaida para contarnos de su corto pero enriquecedor viaje a esa entidad maravillosa de nuestro México, Oaxaca, tuvo a bien en dividirlo en dos etapas: antes del atentado y después del atentado.
Sí, nosotras también nos asombramos al escuchar tan peculiar clasificación.
Comenzó Adelaida narrando sus recorridos por las zonas arqueológicas de Mitla y Monte Albán, siguió con las visitas a las famosas iglesias de Santo Domingo de Guzmán y La Soledad, para continuar con la deliciosa comida en el restaurante La Casa de la Abuela.
Ataviada con su huipil nuevo, comprado en el zócalo de Oaxaca a las indígenas artesanas, blanco con bordados hermosos, ella que es de tez apiñonada, ojos negros, alta, bella, se sentía aún más linda con su vestimenta típica de la región.
El lugar estaba al tope, mientras degustaban las pruebas de los diferentes moles que ahí se preparan, un invitado inesperado apareció en la escena, un molesto sancudo.
Adelaida, con el cuchillo en mano y un trozo de tortilla con mole, esperó para ver cómo su querida mascota trataba de ahuyentar al mosco de su mesa, aunque a decir verdad era más fácil que lo matara para no tener que estar espantando al insecto.
La querida mascota de Adelaida no se vio muy eficiente en el arte de espantar insectos y con la servilleta comenzó a espantar al mosco, cuando de pronto, zás, la servilleta golpea el cuchillo que tenia mi querida Adelaida en mano y botó en su pecho y en su huipil nuevo, dejando grandes manchas de mole en su hermoso atuendo.
Con las miradas encima, Adelaida trató de limpiar un poco las manchas mientras miraba a su mascota como si quisiera fusilarlo, ante tal accidente la mascota no supo cómo reaccionar ante tal acontecimiento y sólo atinó a decir como en defensa propia: "no te preocupes, nadie se dio cuenta"...
Así es que mi querida Adelaida no tuvo más que soltar la carcajada y salir huyendo de las miradas hacia el tocador de damas y tratar de quitarse la evidencia del atentado.
Casa Nueva, Muebles Viejos
Hace 10 años